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- ¿Qué es la ventana de tolerancia?
"Ventana de tolerancia" es un término utilizado para describir la zona de excitación en la que una persona es capaz de funcionar con mayor eficacia. Cuando una persona se encuentra en esta zona, suele ser capaz de recibir, procesar e integrar información y responder a las exigencias de la vida cotidiana sin mayores dificultades. Esta ventana óptima fue denominada así por primera vez por Dan Siegel. Cuando una persona se encuentra dentro de su ventana de tolerancia, generalmente el cerebro funciona bien y puede procesar los estímulos con eficacia. Es probable que esa persona sea capaz de reflexionar, pensar claramente y tomar decisiones con calma, sin sentirse abrumada ni retraída. En momentos de estrés extremo, las personas suelen experimentar periodos de hiperactivación o hipoactivación. La hiperactivación, también conocida como respuesta de lucha/huida, suele caracterizarse por hipervigilancia, sensación de ansiedad y/o pánico y pensamientos acelerados. La hipoactivación, o respuesta de congelación, puede provocar sentimientos de entumecimiento emocional, vacío o parálisis. En cualquiera de estos estados, la persona puede llegar a ser incapaz de procesar los estímulos con eficacia. La región de la corteza prefrontal del cerebro se apaga, por así decirlo, lo que afecta a la capacidad de pensar claramente y a menudo conduce al desarrollo de sentimientos de desregulación, que pueden adoptar la forma de respuestas caóticas o excesivamente rígidas. En estos periodos, se puede decir que una persona está fuera de la ventana de tolerancia. La ventana de tolerancia de cada persona es diferente. Quienes tienen una ventana de tolerancia estrecha pueden sentir a menudo que sus emociones son intensas y difíciles de gestionar. Otras con una ventana de tolerancia más amplia pueden ser capaces de manejar emociones o situaciones intensas sin sentir que su capacidad para funcionar se ha visto afectada de forma significativa. La ventana de tolerancia también puede verse afectada por el entorno: las personas suelen ser más capaces de permanecer dentro de la ventana cuando se sienten seguras y apoyadas. La mayoría de las personas se mueven entre estos diferentes estados de excitación de vez en cuando. Los traumas o el estrés extremo suelen aumentar las probabilidades de que una persona se hipoexcite o hiperexcite. LA VENTANA DE TOLERANCIA EN RELACIÓN CON LA SALUD MENTAL El estrés provocado por un acontecimiento traumático puede "empujar" a una persona fuera de su margen de tolerancia. Las personas que han sufrido un acontecimiento traumático pueden responder a los factores estresantes, incluso a los de menor importancia, con una hiperactivación o hipoactivación extremas. Como resultado de sus experiencias, pueden llegar a creer que el mundo es inseguro y pueden operar con una ventana de tolerancia que se ha vuelto más estrecha o inflexible como resultado. Una ventana de tolerancia reducida puede hacer que las personas perciban el peligro con mayor facilidad y reaccionen ante amenazas reales e imaginarias con una respuesta de lucha/huida o de congelación. Las personas que actúan con frecuencia fuera de su margen de tolerancia pueden sufrir problemas de salud mental. Muchas personas son capaces de ampliar su margen de tolerancia y, al hacerlo, aumentan su sensación de calma y pueden afrontar el estrés de forma más adaptativa. La terapia, que proporciona un espacio seguro para que las personas procesen recuerdos y emociones dolorosos, puede ser un paso útil para muchos. Con la ayuda de un profesional de la salud mental, las personas suelen ser capaces de entrar en contacto con sus emociones sin llegar a estar tan desreguladas que no puedan integrarlas. Aumentar de este modo la capacidad de regulación emocional puede ampliar el margen de tolerancia y prevenir la desregulación. ¿Ya viste la NUEVA PROGRAMACIÓN DE EVENTOS? RESERVA YA en nuestros Psicoprogramas. ¿Viste los últimos videos? Descúbrelos aquí. Carolina Psicoterapeuta
- Perfeccionismo desadaptativo.
¿Te dicen a menudo que ves las cosas en blanco y negro, y te pierdes todos los matices de gris? Este problema se llama "pensamiento de todo o nada" y puede conducir a problemas reales. El pensamiento de "todo o nada" es una de las distorsiones cognitivas. El pensamiento de todo o nada pone las cosas en extremos: parece que sólo hay dos maneras de hacer las cosas. Este tipo de pensamiento hace que sea fácil creer que no hay flexibilidad ni ambigüedad en una situación. Te lleva a sentirte atrapado(a) por lo que parece un número reducido de posibilidades. El pensamiento de todo o nada también se denomina "pensamiento dicotómico" o "pensamiento en blanco y negro" (porque borra la "zona gris" de perspectivas alternativas entre dos extremos). Como ocurre con todas las distorsiones cognitivas, todo el mundo tiene pensamientos de "todo o nada" de vez en cuando. Por desgracia, cuando una persona se queda atrapada en la trampa del pensamiento extremo de todo o nada, es fácil que crezcan el pesimismo y la resignación. Ejemplos de pensamiento de todo o nada: El pensamiento de todo o nada puede presentarse en todo tipo de situaciones y temas. Considera los siguientes ejemplos de pensamientos de todo o nada: Cualquier día difícil es un mal día. Si llueve, no es seguro conducir. Los niñxs crecen para ser buenas o malas personas. Como no he ganado un premio en el trabajo, soy un mal empleado(a). Si tu pareja se olvida de tu aniversario, no te quiere. Los(as) verdaderos amigos(as) siempre saben cómo animarte. El siguiente ejemplo ilustra cómo este tipo de pensamiento puede limitarnos y llevarnos al pesimismo: Samantha mantuvo una relación sentimental durante varios años. Esa relación terminó el año pasado y ha decidido volver a salir con alguien. Acude a una primera cita y, a pesar de pasarlo bien en general, en los días siguientes piensa que la cita fue una pérdida de tiempo porque no sintió una conexión intensa con la persona y no se enamoró inmediatamente. Después admite ante sus amigas que "bueno, valió la pena intentarlo, pero está claro que no va a funcionar". Incluso cuando sus amigas le recuerdan que lo pasó bastante bien y que las relaciones tardan en construirse, ella responde diciendo que "es absolutamente imposible que acabe feliz con alguien con quien no sentí química de entrada". ¿Cómo causa problemas el pensamiento de "todo o nada"? Las distorsiones cognitivas como el pensamiento de todo o nada pueden tener un impacto negativo en tu estado de ánimo. Esto se debe a que, la forma en como piensas sobre las cosas, influye en cómo te sientes. El pensamiento de todo o nada puede ser perjudicial de las siguientes maneras: Sentirse atrapado(a) o estancado(a): Pierdes la capacidad de ver las distintas maneras en que las cosas podrían ser distintas de lo que parecen en ese momento. Atención selectiva: Cuando te centras sólo en dos posibles formas de ver las cosas, y una de ellas o las dos te parecen malas, la nueva información que no encaja en esa visión se ignora. La nueva información que se ajusta a tu punto de vista se amplifica. Como resultado, con el tiempo, desarrollas el hábito de ver muchas cosas de la vida como una dicotomía de extremos. Cuando tu forma de pensar hace que gran parte de la vida y del mundo que te rodea parezcan una serie de dilemas ineludibles y te ciega ante las alternativas, puede empeorar tu estado de ánimo y contribuir a que experimentes emociones densas. Éstas pueden incluir ansiedad, tristeza, frustración y desesperanza. En algunos casos, el pensamiento de "todo o nada" puede conducir a problemas de salud mental más graves, como trastornos depresivos, trastornos de ansiedad, trastornos alimentarios o perfeccionismo. Cómo puede causar perfeccionismo: Debido a que tu mente pone las cosas en extremos, el pensamiento de todo o nada hace que tu enfoque mental sea rígido e inflexible. También puede hacer que parezca que hay mucho en juego en una situación determinada, más de lo que realmente hay. Por eso el pensamiento de todo o nada suele ir de la mano del perfeccionismo desadaptativo (perfeccionismo que empeora la vida en lugar de mejorarla). Puede hacer que te sientas importante o útil por aferrarte a normas estrictas, cuando lo más sensato sería adoptar un enfoque más flexible. Por ejemplo, si tienes una creencia perfeccionista del tipo "Mi casa debe estar impecablemente limpia antes de irme a la cama cada noche", es posible que a menudo sientas enojo si dejas incompleta la más mínima tarea de limpieza al final del día. Para la mayoría de las personas es difícil cumplir con regularidad esta norma perfeccionista. Este tipo de normas a menudo conducen a un pensamiento de "todo o nada" aún más extremo, como por ejemplo: "Si me voy a la cama con la casa desordenada, he fracasado". Cómo salir del pensamiento de todo o nada: Como ocurre con todas las distorsiones cognitivas, no hay una forma fácil de deshacerse por completo del todo o nada. Pero hay muchas formas de reducir el impacto del pensamiento de todo o nada y mejorar cómo te sientes. Por ejemplo, crear conciencia/reconocimiento: Si eres más consciente del pensamiento de todo o nada y puedes darte cuenta de cuándo está dando forma a tus pensamientos, puedes intentar cambiar tu perspectiva. La práctica de la atención plena es una forma eficaz de mejorar esta conciencia. Recuerda: La vida está llena de matices, variaciones y "excepciones a las reglas". Aprender a buscar alternativas que existan junto a lo que parecen las dos únicas posibilidades, puede ayudar a reducir los sentimientos de pesimismo y resignación. ¿Ya viste la NUEVA PROGRAMACIÓN DE EVENTOS? RESERVA YA en nuestros Psicoprogramas. ¿Viste los últimos videos? Descúbrelos aquí. Carolina Psicoterapeuta
- ¿Qué son los ataques de pánico?
Las personas que sufren un ataque de pánico los describen diciendo cosas como: "Estoy fuera de control". "Tengo ansiedad". "Siento terror". Un ataque de pánico es un periodo repentino de miedo intenso que alcanza su punto álgido en pocos minutos con consecuencias paralizantes que van desapareciendo en instantes (es decir, no es una condición permanente de miedo extremo). Algunos síntomas comunes que pueden aparecer durante un ataque de pánico son los siguientes: Aumento del ritmo cardíaco o palpitaciones Sudoración Temblores Sensación de falta de aire o asfixia Sensación de ahogo Dolor u opresión en el pecho Náuseas o molestias abdominales Sensación de mareo o vértigo Sofocos o sofocos Entumecimiento u hormigueo Sentir que las cosas no son reales (desrealización) o sentirse alejado de uno mismo (despersonalización) Miedo a perder el control o a "volverse loco". Miedo a morir ¿Son frecuentes los ataques de pánico? Los ataques de pánico son más frecuentes de lo que se cree. Alrededor del 11% de los adultos de Estados Unidos sufren uno al año (APA, 2022). Los ataques pueden comenzar en momentos en los que la persona ya se siente ansiosa, pero también pueden ocurrir cuando se siente tranquila. Algunos son predecibles y ocurren en respuesta a un desencadenante perceptible, mientras que otros ocurren "de sopetón". ¿Qué trastornos provocan los ataques de pánico? Los ataques de pánico pueden asociarse a diversos diagnósticos como el trastorno de ansiedad generalizada, el trastorno de ansiedad social, las fobias, la depresión, el trastorno de estrés postraumático y los trastornos por consumo de sustancias. El trastorno de pánico es un trastorno de salud mental que implica ataques de pánico inesperados y recurrentes, así como una preocupación persistente por la posibilidad de sufrir más ataques o un comportamiento de evitación (evitar hacer ejercicio, los espacios cerrados, las situaciones desconocidas, etc.). Por lo tanto, aunque las personas con trastorno de pánico ciertamente experimentan ataques de pánico, no todas las personas que tienen un ataque de pánico tienen trastorno de pánico. ¿Ya viste la NUEVA PROGRAMACIÓN DE EVENTOS? RESERVA YA en nuestros Psicoprogramas. ¿Viste los últimos videos? Descúbrelos aquí. Carolina Psicoterapeuta
- 11 ejercicios para momentos depresivos.
La Depresión es mucho más que sentirse triste. Es una condición compleja que hace que las emociones, la mente y el cuerpo pierdan energía, foco, deseo, orientación. Cambia y modifica nuestra percepción del mundo y se soporta en una neuroquímica compleja que requiere ser tratada. Hoy te sugiero algunas sencillas y cotidianas actividades si sabes que estás transitando por momentos depresivos y quieres mover la energía mental: Escucha un podcast de salud mental. Son muy útiles para aprender sobre cómo lidiar las emociones o un malestar emocional. Dedica un tiempo a tu espacio en casa, no solo se refieren a organizar y limpiar, sino a decorar o cambiar el diseño. Mueve el cuerpo. Sal a ejercitarte, a caminar, correr, saltar, bailar o montar bicicleta. Encontrar una actividad de movimiento que realmente disfrutes es una excelente pieza de un conjunto de herramientas de autocuidado. Intenta meditar, así nunca lo hayas hecho antes. Esta práctica gira en atraer la atención al momento presente. Las investigaciones muestran que puede ser útil para combatir la ansiedad, la depresión e incluso el dolor crónico. Hay meditaciones guiadas que pueden ayudarte, en caso de que no sepas por dónde comenzar. Si no te gusta meditar, pero buscas ese efecto, intenta hacer nudos. Es una forma activa de enfocar tu mente, te da algo en lo que poner toda tu atención y te permite notar tus pensamientos extraños cuando surgen. Sigue un video de respiración guiada para controlar la ansiedad o el estrés. Los beneficios están probados por la ciencia: al disminuir la velocidad de la respiración, puede cambiar toda la respuesta del sistema nervioso parasimpático de tu cuerpo. Báñate. Es un consejo de relajación común que, si bien no solucionará todos los problemas, puede ayudar un poco para reducir la velocidad de los pensamientos y el ajetreo diario. Cambiando la temperatura de nuestro cuerpo, podemos disminuir rápidamente la intensidad de una emoción. Sumerge la cara en agua fría (no menos de 50 grados) y aguanta la respiración. Intente mantenerla entre 30 y 60 segundos. (No intentes esta habilidad si tienes problemas cardíacos) Si no te resulta factible, prueba a ponerte una bolsa de hielo en la cara alrededor de los ojos y las mejillas. Desactiva las notificaciones de tus redes. Si alguien busca tener una relación sana con las redes sociales, debe hacerlo. A veces, usamos los comentarios y los 'likes' como medidores y según eso nos sentimos bien o no, y así no debería ser. Desactivar esas notificaciones puede ayudarte a interactuar con tus aplicaciones de manera más consciente, revisándolas cuando lo desees, y no porque estés ansioso por el juicio de los demás. Crea una nueva lista de reproducción para mejorar tu estado de ánimo y reflexionar. La música está cargada de emoción y una nueva ‘playlist’ es una excelente manera de reflexionar sobre cómo te sientes, distraer tu mente y bajar un poco la intensidad de tus emociones. Si tienes insomnio, no luches, solo relájate. Tómate unos minutos y escucha tu cuerpo. Haz algo relajante como leer o colorear durante 10 o 20 minutos, luego de eso, vuelve a intentar dormir. Cambia tus sábanas, abre las ventanas, conéctate con momentos de placer seguro con tu cuerpo, come un verdadero desayuno o lee un cuento de infancia. Cualquiera de estas acciones permitirá que cambies el enfoque mental, permitiéndote abrir paso a otras emociones. ¿Ya viste la NUEVA PROGRAMACIÓN DE EVENTOS? RESERVA YA en nuestros Psicoprogramas. ¿Viste los últimos videos? Descúbrelos aquí. Carolina Psicoterapeuta
- ¿Hay alguna diferencia entre ansiedad y fobia?
Según informes de seguimiento global dados por la OMS, la ansiedad y las fobias logran afectar a una de cada diez personas a lo largo de sus vidas. La ansiedad es una experiencia emocional y cognitiva común que incluye reacciones físicas de escape, huida o confrontamiento y que experimentamos cuando nos enfrentamos a situaciones de alta dificultad, amenazantes o peligrosas; sin embargo, es importante darle un manejo adecuado y saber reaccionar ante dichas sensaciones. La ansiedad se logra identificar en mente y cuerpo, ya que la persona que presenta ansiedad tiene preocupación constante, se siente cansada, muy irritable y presenta dificultad para concentrarse o desarrollar sus actividades cotidianas. En su cuerpo hay elevación en su pulsaciones, respiración profunda o acelerada, dolores y, en algunos casos, indigestión. Cuando una persona es diagnosticada con ansiedad puede llegar a pensar que estos síntomas son consecuencia de alguna enfermedad grave lo que detona pensamientos catastróficos e inclusive que los síntomas empeoren. Por otra lado, encontramos el pánico, que es un aumento de ansiedad notorio y se genera como respuesta a querer salir de alguna situación incómoda e inesperada. Seguro habrás escuchado el llamado "trastorno de pánico", el cual es un tipo de trastorno de ansiedad. Causa ataques con una alta angustia, que son sensaciones repentinas de terror sin un peligro aparente. La persona puede sentir como si estuviera perdiendo el control. El pánico se experimenta por medio de un temor y pérdida de control. Se presenta respiración rápida, sudoración excesiva y un deseo de salir de la situación lo antes posible. Finalmente, la fobia es un temor a determinada situación que no es peligrosa y que solo para quien la experimenta resulta ser incómoda o intimidante. Se presenta en situaciones puntuales, por ejemplo, si es una zoofobia (fobia a los animales), la persona siente mucha ansiedad cuando está en presencia de dicho animal. Hay una respuesta que presentan las personas que tienen alguna fobia y es evitar a toda costa dicha situación con el fin no tener que sentir las reacciones antes mencionadas. A pesar de que se identifique que no hay un peligro al estar en contacto con este animal, por ejemplo, el sentimiento de temor y ansiedad persiste, por ello, es importante dar manejo por medio de la psicoterapia para brindar diferentes herramientas que permitan manejar la fobia. ¿Ya viste la NUEVA PROGRAMACIÓN DE EVENTOS? RESERVA YA en nuestros Psicoprogramas. ¿Viste los últimos videos? Descúbrelos aquí. Carolina Psicoterapeuta
- Ansiedad social en el trabajo.
Muchas personas acuden a terapia preguntándose cómo controlar la ansiedad social en el trabajo. Se hacen preguntas como: "¿Cómo puedo dejar de sentirme tan nervioso cuando interactúo con los compañeros?". "¿Por qué me cuesta hablar en las reuniones? "¿Por qué evito los eventos de networking y otras oportunidades para avanzar en mi carrera?". Si te suenan estas preguntas, es probable que te sientas abrumadx e insegurx sobre cómo desenvolverte en tu vida profesional. La ansiedad social puede obstaculizar el progreso profesional, ya que puede dificultar la creación y el mantenimiento de relaciones profesionales, la participación en reuniones y la gestión ocupacional. Sin embargo, es importante recordar que la ansiedad social es un problema común y que existen muchas formas eficaces de controlarla. Tu éxito en el trabajo depende en parte de tu capacidad para interactuar con tus compañerxs y entablar relaciones profesionales eficaces. Con las estrategias adecuadas, puedes aprender a controlar tu ansiedad social y alcanzar tus objetivos profesionales. Aquí tienes dos consejos que te ayudarán a lidiar con la ansiedad social en el trabajo: #1. Comprende que tener ansiedad social no significa que no necesites la interacción social. Un estudio publicado en el Journal of Anxiety Disorders descubrió que la necesidad básica de conexión humana está presente en las personas con ansiedad social; sólo que les cuesta satisfacerla en determinadas circunstancias y con determinadas personas. Partiendo de esta premisa, podemos eliminar los patrones de pensamiento perjudiciales para la ansiedad social. La autoconversación, o el diálogo interno que mantenemos con nosotrxs mismxs, puede desempeñar un papel importante en la configuración de nuestras percepciones y acciones. Es importante que las personas que luchan contra la ansiedad social en el lugar de trabajo sean conscientes de la autoconversación negativa que puede perpetuar los sentimientos de ansiedad e inseguridad. Por ejemplo, en lugar de decirte a ti mismx "Nunca he hablado en una reunión, así que no hay necesidad de empezar ahora", replantea tu pensamiento diciendo "Tengo una idea que hará la vida más fácil a todo el equipo, así que merezco ser escuchadx". Este cambio de pensamiento puede ayudar a reducir la ansiedad y, con el tiempo y la práctica, aumentar la confianza, lo que conduce a interacciones más positivas y mejores resultados en el trabajo. Además, es importante recordar que es normal sentirse ansiosx en determinadas situaciones y practicar la autocompasión. #2. Utiliza la auto-gestión para amortiguar los efectos de su ansiedad social. Un estudio publicado en Cognitive Therapy and Research descubrió que las personas con ansiedad social pueden resultar "menos agradables" a los demás en los primeros segundos de conocerles. Sin embargo, este estudio también descubrió que estas primeras impresiones negativas pueden mejorarse mediante la autod-gestión, que es cuando una persona comparte información personal o sentimientos con las demás. Los resultados de este estudio pueden ser de interés para quienes sufren ansiedad social en el trabajo. Si las personas con ansiedad social son capaces de abrirse y compartir sus sentimientos con sus compañerxs de trabajo, podrían mejorar su simpatía en el trabajo. Los investigadores descubrieron que, aunque las personas con ansiedad social revelaban menos cosas sobre sí mismas durante las interacciones sociales, cuando lo hacían, los demás lo percibían de forma positiva. Esto sugiere que las personas que se ven frenadas por la ansiedad social en el trabajo pueden beneficiarse de hacer un esfuerzo consciente por abrirse y compartir sus sentimientos. Conclusión: Es importante recordar que la ansiedad social es un problema común y que puede resultar especialmente difícil en entornos profesionales. Sin embargo, con un poco de trabajo, es posible controlar la ansiedad social y mejorar las relaciones con lxs compañerxs. Si convives con eventos de ansiedad social que te causan una angustia considerable, puede ser beneficioso buscar la ayuda de profesionales de la salud mental. ¿Ya viste la NUEVA PROGRAMACIÓN DE EVENTOS? RESERVA YA en nuestros Psicoprogramas. ¿Viste los últimos videos? Descúbrelos aquí. Carolina Psicoterapeuta
- Cómo hacer frente al estrés traumático
El estrés traumático es una reacción normal a un evento anormal. Por lo general, los síntomas mejoran con el tiempo, pero las personas con síntomas más intensos pueden necesitar ayuda profesional. La forma en que las personas reaccionan y responden al trauma puede variar: Reacciones y respuestas comunes al trauma: Después de un evento traumático, las personas con frecuencia se sienten aturdidas, desorientadas o incapaces de integrar la información angustiosa. Una vez que estas reacciones iniciales desaparecen, las personas pueden experimentar una variedad de pensamientos y comportamientos. Las respuestas comunes pueden ser: Sentimientos intensos o impredecibles. La persona puede estar ansiosa, nerviosa, abrumada o afligida. También puede sentirse más irritable o malhumorada de lo habitual. Cambios en los pensamientos y patrones de conducta. Es posible que tenga recuerdos repetidos y vívidos del evento. Estos recuerdos pueden ocurrir sin motivo aparente y pueden provocar reacciones físicas como latidos cardíacos rápidos o sudoración. Puede ser difícil concentrarse o tomar decisiones. Los patrones de sueño y alimentación también pueden verse alterados. Algunas personas pueden comer en exceso y dormir demasiado, mientras que otras experimentan pérdida de sueño y pérdida del apetito. Sensibilidad a los factores ambientales. Las sirenas, los ruidos fuertes u otras sensaciones ambientales pueden estimular los recuerdos del desastre y generar una mayor ansiedad. Estos “desencadenantes” pueden ir acompañados de temores de que se repita el evento estresante. Relaciones interpersonales tensas. Puede ocurrir un mayor conflicto, como desacuerdos más frecuentes con familiares y colegas de trabajo. También la persona puede volverse retraída, aislada o desconectada de sus actividades sociales habituales. Síntomas físicos relacionados con el estrés. Pueden ocurrir dolores de cabeza, náuseas y dolor en el pecho que podrían requerir atención médica. Las condiciones médicas preexistentes podrían verse afectadas por el estrés relacionado con el desastre. Lidiando con el estrés traumático: La buena noticia es que existen formas muy efectivas de sobrellevar y tratar los efectos estresantes del trauma. Lxs psicólogxs y otros investigadores han descubierto que estas acciones pueden ayudar: Apoyo en los seres queridos. Identifica a amigos o familiares para que te apoyen. Si te sientes listx para hablar sobre el evento traumático, puedes hablar con ellxs sobre tu experiencia y tus sentimientos. También puedes pedirle a tus seres queridos que te ayuden con las tareas del hogar u otras obligaciones para aliviar parte de su estrés diario. Enfrenta tus sentimientos. Es normal querer evitar pensar en un evento traumático. Pero no salir de casa, dormir en exceso, aislarse de seres queridos y usar sustancias para escapar de los recuerdos no son formas efectivas a largo plazo de sobrellevar la situación. Aunque la evitación es normal, demasiada evitación puede prolongar el estrés y evitar que te recuperes. Poco a poco, trata de retomar una rutina. Priorizar el autocuidado. Recuerda que es normal tener una fuerte reacción ante un evento angustioso. Toma las cosas un día a la vez mientras te recuperas. A medida que pasan los días, tus síntomas deberían comenzar a mejorar gradualmente. Cuándo buscar ayuda No todo el mundo requiere tratamiento para el estrés traumático. La mayoría de las personas se recuperan con el tiempo o encuentran maneras para gestionarlo. Sin embargo, profesionales de la salud mental, como los psicólogxs, pueden ayudarte a encontrar formas saludables de sobrellevar las secuelas de un evento traumático. Si tu angustia está interfiriendo con tus relaciones, trabajo o funcionamiento diario, es posible que tengas un trastorno de estrés agudo o un trastorno de estrés postraumático (TEPT) . Lxs psicólogxs pueden proporcionar intervenciones basadas en evidencia para ayudarte a sobrellevar el estrés traumático o el trastorno de estrés agudo. Una de esas intervenciones pueden ser los Primeros Auxilios Psicológicos (PAP), originalmente diseñadas para ayudar a niños, adolescentes, adultos y familias después de un desastre o terrorismo. Ahora se usa para ayudar a las personas que han sufrido algún tipo de trauma. PAP se basa en la idea de que la angustia es normal después de un evento traumático. En lugar de tratar ese estrés como un trastorno, el enfoque de esta herramienta es brindar apoyo y asistencia y compartir información sobre las reacciones al estrés y las estrategias de afrontamiento. El objetivo de PAP es reducir la angustia y mejorar el afrontamiento y el funcionamiento, tanto a corto como a largo plazo. Otro tratamiento basado en la evidencia es la terapia conductual cognitiva, o CBT, que se usa para tratar muchos trastornos psicológicos, incluido el estrés traumático. La TCC es un tratamiento psicológico que ayuda a las personas a aprender a cambiar los patrones de pensamiento y comportamiento inútiles. La Organización Mundial de la Salud recomienda la TCC centrada en el trauma para tratar los síntomas del estrés traumático agudo en adultos. Algunas investigaciones también sugieren que las personas que reciben TCC centrada en el trauma pueden tener menos probabilidades de desarrollar TEPT crónico . Además, se ha desarrollado una variedad de tratamientos para ayudar a los niños y adolescentes que han estado expuestos a traumas o eventos adversos en la infancia, como negligencia o abuso. Muchas de estas terapias se basan en la familia e incluyen a los padres o cuidadores del niño en el proceso de tratamiento. Si tu o un ser querido están luchando por recuperarse de un evento traumático, la terapia puede ayudar. Te abrazo y te espero en un café virtual y en nuestros Psicoprogramas. ¿Ya escuchaste nuestros episodios para aprender de tu sentir? Escúchalo aquí. Carolina Leguizamón M. Psicoterapeuta
- Diferencia entre ansiedad, miedo o angustia.
Es común que escuches decir que la Ansiedad es un profundo miedo del futuro. Se resume la comprensión de la ansiedad y de fobias derivadas de ella, a "sentir miedo" y de ahí pareciera muy fácil liberarse. Pero para quienes hemos vivido condiciones de ansiedad límite en donde nos paralizamos, no dormimos, huímos y pareciera que el cuerpo y la mente escapan de nuestro control, sabemos que no es así de sencillo y es más que miedo, es realmente un cóctel de sensaciones y experiencias psicofísicas sucediendo a la vez sin seguir nuestro mando. Así se olvida que el miedo es una percepción que desencadena una emoción que, a su vez, genera una reacción fisiológica. La ansiedad es el efecto psicofisiológico de esta percepción-emoción. A menudo, no se tiene en cuenta que la ansiedad, como activación del organismo, hasta un cierto nivel, permite que éste haga frente al miedo. Solo más allá del nivel de umbral, que es distinto para cada persona, el miedo se transforma en pérdida de control de las propias reacciones y puede conducir al pánico. Por consiguiente, la ansiedad es una reacción que surge como efecto de la percepción del miedo. En el caso de que su nivel se eleve demasiado, puede transformarse en la causa del miedo. En este caso el efecto se transforma en causa. Pero este tipo de interacción circular entre miedo, ansiedad y pérdida de control sólo es típica de las fobias generalizadas. Y bueno, la verdad es que en un mundo social y humano tan complejo, con tantos retos y quiebres internos, externos, sociales: cómo no sentir miedo! Esto implica que trastorno un fóbico por ejemplo, no puede ser asimilado a un trastorno de ansiedad. Puesto que es un tipo de condición distinta que puede producir como efecto también un trastorno de ansiedad. O que, al contrario, puede ser también el producto de un trastorno de ansiedad. No obstante, al superponer las dos nos estamos olvidando de que la primera es una forma de percepción y la segunda es una reacción fisiológica. Esto es fundamental entenderlo, en tanto que, si ansiedad y miedo fueran lo mismo, para extinguir un miedo debería ser suficiente reducir la reacción ansiosa de las personas. Pero como Damasio y Gazzaniga (1999), dos de los mayores estudiosos en neurociencias demuestran en sus experimentos, reducir la ansiedad de una persona puede inhibir sus reacciones, pero no altera sus percepciones y, en consecuencia, el miedo permanece. Entonces es común que los "tips" que las personas encuentran por ahí dicen que basta con cambiar su "mindset" o sus rutinas y que luego con "esfuerzo y casi que por arte de magia", la ansiedad va desapareciendo. Todo esto carece de profundidad, de responsabilidad y de verdad. Esto se explica por el hecho de que al inhibir la ansiedad la persona primero se siente mejor, pero luego, dado que la percepción del miedo sigue existiendo y extendiéndose, llega a la pérdida total de control. Y conduce a la desconfianza en sus propios recursos, que se inhiben precisamente por inhibir las reacciones de ansiedad. En consecuencia, es necesario seguir el camino inverso: resolver el trastorno fóbico para reducir también las reacciones. O sea: cambiar las percepciones de la realidad del sujeto para cambiar sus reacciones, y no al revés. Entonces te invito a confrontar, profundizar y cuestionar tu marco de percepción, en espacios narrativos, sistémicos y creativos. Te espero en nuestros espacios de consulta y encuentro. Te abrazo y te espero en un café virtual y en nuestros Psicoprogramas. ¿Ya escuchaste nuestros episodios para aprender de tu sentir? Escúchalo aquí. Carolina Leguizamón M. Psicoterapeuta
- 4 hábitos para priorizar tu salud mental
No hay salud sin salud mental, y no hay salud mental sin las condiciones a nuestro alrededor que lo permitan y sostengan. No hay salud sin salud mental. A estas alturas, esta teoría la tenemos prácticamente asimilada, pero otra cosa es la realidad. No hay fórmulas mágicas para cultivar nuestra salud mental y te pido renunciar a buscarlas, porque la salud mental es en realidad salud BIOPSICOSOCIAL, es decir, no somos personas divididas ni la suma de las partes. Todas las condiciones que nos permiten experimentar bienestar están interconectadas y requerimos entender que más que buscar que estén en equilibrio, debemos procurar darle lugar, tiempo y espacio a sentir, pensar y narrar nuestras emociones, pensamientos, cuerpos y relaciones en una constante reflexión, cambio y trabajo alrededor de nuestras prácticas de cuidado de nuestra vida, nuestras vidas. En el último tiempo he estado viajando mucho, con varios cambios que a veces siento abrumadores y sin un momento de estabilidad alcanzable en el corto plazo, con lo cual he reafirmado las siguientes prácticas para priorizar mi salud mental que hoy te quiero compartir: #1. Agendar momentos de autocuidado Lo que no agendas no existe, le escuché a un colega hace unos meses y me quedó retumbando. No se trata de autoexplotarme, si en definitiva no encuentro el tiempo para caminar, escribir, gritar o tener esa charla con mi amiga, pues ni modo, hoy no será. Lo cierto es que en pleno uso de mi sensatez, debo agendar momentos de autoconexión porque de otra manera nadie me los dará, incluso así ese alguien tenga las mejores intenciones. Cuidarnos no debería ser un extra, pero con el frenesí del día a día suele pasar que lo dejamos para el final del día, con el consiguiente riesgo de que ese ‘momento para mí’ nunca llegue. Ese autocuidado/descanso no tiene por qué ser en forma de grandes planes, simplemente son pequeños placeres: leer, un automasaje, una meditación, ejercicio, comer algo rico…Así mismo ATENCIÓN con algo: El autocuidado puede basarse en prácticas activas (movimiento, actividades, charlas, arte, salidas, etc) o pasivas (dormir, reposar, estar en silencio, abstraerse del mundo, contemplar) y aún más importante: El autocuidado no es un culto al "Yo", por lo que autocuidarnos auténticamente se basa en tener relaciones que con honestidad, ternura y respeto nos recuerden que nuestro cuerpo, mente, emociones, sentir y dolor, es legítimo y merece respeto y espacios de dedicación. #2. No sentirme mal cuando decida autocuidarme Tengo que decir que para muchas personas, especialmente para las mujeres, autocuidarse resulta un lujo, debido a las considicoines sociales, culturales y de opresión e inequidad en las que viven; así mismo, para muchas mujeres, pensar y hacer prácticas de autocuidado las pone en riesgo porque son culpadas, juzgadas, criticadas o excluidas en sus relaciones cercanas. La culpa es una experiencia socioemocional necesaria de abordar y trabajar cuando pensamos en el autocuidado auténtico. Así que si tú como yo has pasado por momentos en donde piensas que el autocuidado es un "lujo" o que cuesta mucho, es importante que empieces a cuestionar el tipo de relaciones en las que te encuentras y procures contar con manos seguras, honestas y confiables que te permitan pensar en dónde aprendiste a dar sin recibir y quién probablemente se ha beneficiado de eso por encima de tu propio bienestar. #3. Dejar cosas sin hacer Para quienes me conocen esta es la más difícil de todas las actividades a agendar para autocuidarme. Me cuesta no hacer. Con el tiempo he logrado pensar más y gestionar de manera efectiva mis neurosis, pero sigo en el camino de aprendizaje para obligarme a parar todos los días como mínimo media hora. En eso voy. No se trata de procrastinar como forma de vida –aplazar cosas para mañana como norma no es bueno para la salud mental–, pero sí de aligerar los ‘tengo que’ de la agenda y saber qué cosas se pueden dejar de hacer en favor de nuestro bienestar. Tal y como me explicó la psicóloga Lucía Morales, es distinguir las tareas prioritarias que no se pueden dejar de hacer –lo urgente se vuelve prioritario si no se resuelve a tiempo– de aquellas que pueden esperar. #4. Desconectar para conectar Me cuesta desconectar cuando llego a casa, durante el fin de semana o en unas vacaciones, pero mi propósito es aprender a desconectar en esos momentos. Y un primer paso para lograrlo es guardar el móvil al llegar a casa (siempre que sea posible) y centrarme en los míos. Además, teniendo en cuenta que la hiperconectividad provoca insomnio, irritabilidad, mal humor, falta de energía y agotamiento mental, parece necesario poner límites a esa conexión permanente a las pantallas. Leer más y mirar menos Instagram es también otra manera de lograrlo. Además, tal y como afirma Ixi Ávila, “al descansar aumentarás tu productividad. Es mejor trabajar dos horas al 100% que cinco al 30%”. Y desconectar también es descansar. Cuéntame: Tienes alguna otra actividad sugerida? Te abrazo y te espero en un café virtual y en nuestros Psicoprogramas. ¿Ya escuchaste nuestros episodios para aprender de tu sentir? Escúchalo aquí. Carolina Leguizamón M. Psicoterapeuta
- Activa el modo avión, deja el modo supervivencia.
Nos debatimos en una paradoja: Entre el «imperativo de felicidad» y las altas tasas de depresión navega una sociedad conectada más a las pantallas que a las personas. En medio de esa tensión existencial, es necesario relativizar los dramas, elogiar la tristeza, mitigar las ansias de perfeccionismo y reivindicar el miedo. Es importante aproximarse de tanto en tanto al «modo avión» en un universo que gira en «modo supervivencia». Estamos en una época donde la gente no encuentra sentido a las cosas sino que tendemos a sustituir las razones de vivir por sensaciones, que dan placer y son buenas pero no llenan. Hemos reemplazado los porqués por emociones intensas. Somos personas adictas a experiencias cada vez más vibrantes que nos dejan más solas por dentro cuando no existen. El estudio de nuestro circuito neuronal confirma que funcionamos así. Una sociedad llena de vacíos se agarra a cualquier cosa: una persona, una idea, un juicio, una secta, la violencia, las obsesiones, las adicciones... La felicidad depende del sentido que damos a nuestras vidas. Como psicoterapeuta, me dedico a ayudar a que la gente tenga un equilibrio sano, porque la felicidad es un concepto muy relativo y trivializado por estos tiempos. Trato de animar a reflexionar sobre el pasado y mirar con ilusión al futuro conectando con el instante presente. Nuestras biografías tienen un alto grado de drama, de sufrimiento, de dolor, y debemos aprender a ser felices viviendo cómodos en la incomodidad real. Somos seres atravesados por el dolor y la incertidumbre, y negarlo, sólo es anclarnos y estancarnos. En ello, el punto está en que comprender significa aliviar. Cuando uno entiende por qué le pasan las cosas, por qué reacciona así su cerebro ante determinadas situaciones, por qué su organismo enferma en momentos de amenaza, es más fácil hacer frente a todas esas circunstancias reales y universales. ¿Se puede ser feliz sin asumir que somos vulnerables y que el sufrimiento forma parte de la vida? No. Huir de la realidad nunca nos hace felices, solo incentiva la búsqueda de vías de escape que o son sanas o son destructivas. No hay términos medios. La verdad es que de tantos seres humanos con los que he trabajado y mirando mi propia vida, tengo que afirmar que no conozco vidas sin errores, sin dolor y sin batallas. El perfeccionista es el eterno insatisfecho que nunca está a la altura de lo que quiere. Y es que estar insatisfecho y sorfear entre vanalismos está a la orden del día debido al uso de las redes sociales en muchas partes del mundo. El 95 por ciento de los jóvenes del siglo XXI utiliza las redes sociales como huida en falso frente a los problemas porque estimulan la atención —la corteza prefrontal— y la dopamina —la hormona del placer propia de las sustancias adictivas—. Fuera del ámbito profesional, casi todos utilizamos las pantallas cuando nos aburrimos o cuando estamos estresados, y enseñamos a nuestro cerebro que ante ambos escenarios siempre hay una forma rápida de huida. Es un reflejo de la nula tolerancia a la frustración que nos caracteriza como sociedad. Las encuestas derivadas de la pandemia por organizaciones como la OMS suelen destacar que las preocupaciones de las personas adultas son, prioritariamente, el paro, los problemas económicos y la política. ¿Si incluyera «ser feliz» en sus encuestas nos llevaríamos una sorpresa? Nunca hemos tenido acceso a tanta información y nunca hemos sido tan vulnerables al engaño. Estamos enamorados de lo superfluo, y cada vez somos más incapaces de profundizar y llegar al trasfondo de las personas y las cuestiones. Nos quedamos en titulares, en rumores, en comentarios superficiales sobre los demás que condicionan nuestros juicios. La corteza prefrontal es la parte del cerebro que pilota la concentración y es la zona del autodominio. Gran parte de la felicidad consiste en autogestionar lo que me conviene para evitar la frustración. Las capacidades del cerebro o las usas o las pierdes. No conozco vidas sin errores, sin dolor y sin batallas. Si nos pasamos la vida buscando ser perfectos y no fallar, enfermamos. El empeño por mostrarnos perfectos en las redes sociales ya nos está enfermando. El perfeccionista es el eterno insatisfecho que nunca está a la altura de lo que quiere, por eso vive siempre alerta para controlarlo todo. Rema con esfuerzo en un mar imposible. Pensando en todo esto escribía también estos días: No hablamos de los miedos. No nos gusta. Le tenemos miedo a hablar del miedo. Preferimos entonces hablar del vecino, volvernos expertos opinologos, volvernos los economistas del momento y hablar de las maravillas del norte o del declive del sur, u otros prefieren decir que menos mal están donde siguen que porque como está el mundo, estar así es mejor y entonces buscan justificar las 4 calles de la mente por las que circulan interminablemente. Estamos todos llenos de miedos, de dudas y de incertidumbres y nos agarramos de ideas, teorías y prejuicios que sustenten nuestro lugar en el mundo. Eso por supuesto no está mal y no está bien. Eso es humano. El punto es que si el miedo no fuera tan fuerte, los juicios que emitimos no hablarían tan duro, la violencia no tendría tanta fuerza y nuestra necesidad de control no estaría tan latente. Tenemos miedo. Y no por hablar del miedo va a pasar que lo invoquemos y que sea más fuerte. Y no por dejar de hablar de él entonces va a dejar de existir y el amor y el positivismo extremo van a entrar por la puerta. El miedo hace parte del equilibrio, es el motor. Lo que pasa es que lo marginamos y preferimos no ser honestos y esconder nuestros miedos. A la larga y en el fondo, en nuestra humanidad le tememos a las mismas cosas, le tememos a desaparecer sin más o a quedarnos con menos de lo que ya somos. El miedo es visceral, hormonal, cultural, familiar y social. El miedo nos constituye como CIENTOS de emociones más. Yo le tengo miedo a muchas cosas. Pero me reconozco también porque logro ponerme delante de él para que me impulse y no para que me detenga. Y en lo que aún tengo tanto miedo que ni siquiera lo intento, pues me tengo compasión, porque habrán otros momentos, otras vidas, tendré otras consciencias. Te abrazo y te espero en un café virtual y en nuestros Psicoprogramas. ¿Ya escuchaste nuestros episodios para aprender de tu sentir? Escúchalo aquí. Carolina Leguizamón M. Psicoterapeuta
- El autoperdón: El arma secreta contra la culpa.
Todas las personas experimentamos vergüenza, es una emoción universal. Brene Brown describe la vergüenza como "el sentimiento o la experiencia intensamente dolorosa de creer que somos defectuosos y, por lo tanto, indignos de aceptación y pertenencia". Entonces, ¿cómo podemos aliviar nuestro cuerpo y nuestra mente del dolor causado por la culpa? Mediante el autoperdón. El autoperdón es una herramienta poderosa para deshacerse de la culpa debilitante. No podemos estar culpándonos eternamente si queremos crecer. Por el contrario, el autoperdón puede hacernos avanzar con fuerza, claridad y responsabilidad. ¿Por qué la gente se resiste al autoperdón? Muchas personas experimentan mucha resistencia a la idea del autoperdón. Es posible que consideren el autoperdón como un "dejarse llevar", como si el autojuicio fuera la única forma de mejorar. Pero el autojuicio negativo y la autoculpabilización pueden ser en realidad un gran impedimento para el cambio positivo. Cuanta más vergüenza sientas por tus acciones y comportamientos pasados, más baja será tu autoestima y menos probable será que sientas motivación al cambio. Puedes decidirte a cambiar tu comportamiento y perdonarte al mismo tiempo. El autoperdón abre la puerta al cambio al liberar la resistencia y profundizar la auto-conexión. La psicoterapeuta Beverly Engel describe mejor otra razón para la resistencia al autoperdón: "Es posible que tengas una dificultad para perdonarte a ti mismo debido a esa poderosa necesidad de "ser bueno" y de ser visto como "todo bueno" a los ojos de los demás, así como de ti mismo. Esta necesidad de ser "todo bueno" puede haber comenzado porque tus padres u otros cuidadores tenían expectativas poco razonables de ti y pueden haberte castigado severamente o abandonado cuando cometiste un error. Ahora puedes descubrir que eres igualmente crítico contigo mismo e igualmente implacable". El camino hacia el autoperdón: 1- Humanidad común y ganar auto-compasión. Kristin Neff, en su libro "Self-Compassion", afirma que "la autocompasión honra el hecho de que todos los seres humanos son falibles, que las decisiones equivocadas y los sentimientos de arrepentimiento son inevitables". La humanidad común es un sentido de interconexión que es fundamental para la autocompasión. Es reconocer que todos los seres humanos cometen errores, encuentran fracasos y experimentan dificultades en la vida. La autocompasión honra el hecho inevitable de que la vida conlleva sufrimiento para todos, sin excepción. Aunque esto puede parecer obvio, a menudo es fácil olvidarlo. Cuando examinas cualquier error o fracaso, puedes reconocer que, en algunas ocasiones, no elegiste conscientemente cometerlo y, cuando haces una elección consciente, el razonamiento detrás de tus acciones está coloreado por experiencias dolorosas anteriores o por cualquier circunstancia dura de la vida, como la pobreza, la historia familiar y los antecedentes culturales. Como escribió Kristin Neff en Autocompasión "Cuando empezamos a reconocer que somos un producto de innumerables factores, no necesitamos tomarnos nuestros 'fallos personales' de forma tan personal. Cuando reconocemos la intrincada red de causas y condiciones en la que todos estamos inmersos, podemos juzgarnos menos a nosotros mismos y a los demás". 2- Hacer que la gente se responsabilice de sus actos. A veces tememos que la gente sea responsable de sus actos. Pero tomarlo todo de forma tan personal nos causará dolor y acabaremos en un ciclo de autoculpabilización. Brene Brown, en su libro Los dones de las imperfecciones, escribió: "Vivimos en una cultura de la culpa: queremos saber de quién es la culpa y cómo van a pagar. En nuestro mundo personal, social y político, gritamos mucho y señalamos con el dedo, pero rara vez hacemos responsables a las personas. ¿Cómo podríamos hacerlo? Estamos tan agotados de despotricar que no tenemos energía para desarrollar consecuencias significativas y hacerlas cumplir". Nos resulta difícil entender que ser compasivo y aceptar a la vez que responsabilizar a otras personas de sus acciones puede ir de la mano, pero la verdad es que sí podemos, y de hecho es la mejor manera de hacerlo. Podemos enfrentarnos a alguien por su comportamiento, despedirle, disciplinar a un hijo sin reñirle ni menospreciarle. La clave es separar a las personas de sus comportamientos, abordar lo que hacen, no lo que son. También es importante que podamos aceptar la incomodidad que conlleva la compasión y los límites. Tenemos que evitar convencernos de que odiamos a alguien o de que se merece sentirse mal para sentirnos más cómodos haciéndole responsable, nos estamos preparando para el juego de la vergüenza y la culpa. Cuando no establecemos límites ni hacemos responsables a las personas, nos sentimos utilizados y maltratados. Por eso, a veces atacamos lo que son, lo cual es mucho más hiriente que abordar un comportamiento o una elección. 3- Encuentra el equilibrio entre asumir la responsabilidad y dejar que la gente rinda cuentas de sus comportamientos. Debemos aceptar la responsabilidad de nuestros propios errores y accidentes. A continuación, es necesario concentrarse en desarrollar una mayor tolerancia a nuestros errores y trabajar para fortalecer nuestra voluntad en tomar medidas correctivas. Establecer intenciones y practicar la valentía por encima de la comodidad. Somos personas dignas de auto-perdón. Siempre. Recuerda escuchar nuestro contenido en nuestro Podcast AQUÍ. Psicoprograma Emociónate En este psicoprograma de edición especial exclusiva para 2022, hablaremos sobre todo lo que tienes que saber con relación a manejo y expresión del trauma emocional, las heridas de la infancia, los procesos de autocuidado, los síntoma psicocorporales, apoyo migratorio y otras sorpresas. El cupo es limitado. TE ESPERAMOS. Carolina Leguizamón M. Psicoterapeuta
- Amor, estrés y felicidad.
Estamos en un momento de la historia donde parece que existe una obsesión por ser felices, como que hay atajos fáciles: “Disfruta con esto y conseguirás la felicidad rápidamente”. Pero la felicidad no es eso. La felicidad depende del sentido que cada uno de nosotros le damos a nuestra vida y en términos de la expresión biopsicosocial, es un estado transitorio relativo a condiciones que posibiliten el sentirnos personas reconocidas, humanizadas y protegidas. Pero ¿qué sucede? Que en una sociedad que ha perdido el sentido, en una sociedad que en muchas ocasiones ha perdido el rumbo, hemos sustituido el sentido de la vida por sensaciones. Esas sensaciones pueden ser masajes, comida, alcohol, sexo, bienes materiales, redes sociales… No digo que eso sea malo, pero es autodestructivo cuando sustituye el verdadero sentido de la vida. Cada vez se investiga más sobre este sentido de vida. Los japoneses lo denominan “Ikigai” y hoy en día se sabe que cuando existe ese “Ikigai”, ese sentido que uno le da a las cosas, uno puede tener mejor salud física y psicológica, incluso mejoran los marcadores cardiovasculares, pero también mejora eso que deseamos y muchos persiguen que es la felicidad. Cada quien hoy en el mundo, incluyéndonos a ti y a mí, estamos lidiando con algo en nuestra vida. Todos nosotros estamos sufriendo constantemente por algo: un tema económico, un tema de salud, un tema familiar, un tema profesional, un tema social, un tema político, un tema de relaciones, en fin, un tema humano… Siempre hay algo que nos preocupa, y esas batallas nos marcan. Y cómo lidiamos con esas batallas va a marcar eso que denominamos “felicidad”, porque la felicidad consiste en conectar con eso bueno que pasa cada día, y que lo malo que sucede cada día, esas batallas, lo sepamos gestionar de la mejor manera posible. Tiene un matiz con la plenitud. La plenitud es un estado donde yo noto que mis necesidades están cubiertas y entiendo que no tiene que ser perfecto para que algo sea suficiente. Por lo tanto, uno puede estar sufriendo mucho, pero puede a su vez reconocer que lo que hay en ese momento es en medio de todo, lo que debe estar, porque sabe conectar con lo pequeño y bueno que le va sucediendo cada día. Es decir, la felicidad está en conectar con las cosas pequeñas que van surgiendo en el día a día. Entonces voy a volver a lo que dije hace un momento y es que: La felicidad depende del sentido que cada uno de nosotros le damos a nuestra vida y en términos de la expresión biopsicosocial, es un estado transitorio relativo a condiciones que posibiliten el sentirnos personas reconocidas, humanizadas y protegidas. Y a qué me refiero con esto: pues que en los episodios de profunda tristeza, de profundo sufrimiento, de profunda violencia, normalmente sucede que no estamos siendo reconocidos, aceptados, respetados e integrados como sujetos dignos de valoración, de existencia y de ser cuidados. No se trata entonces de ser entendidos y encontrar un club de fans en todo lado, se trata de ser humanizados y dignificados a cada paso. El mejor antídoto al sufrimiento y al dolor entonces es el amor vuelto política de cuidado en nuestras relaciones. Es sentirse querido, es sentir que no estamos en soledad o abandono. Esa sensación de soledad no buscada, esa soledad involuntaria, es una sensación terrible para la psique, para la mente y para el corazón. Por eso, en muchas ocasiones cuando uno está solo, tener a alguien, a una persona “vitamina”, una persona que te apoye… Una persona que te escucha, que no te juzga, que te entiende, a la que le cuentas algo y automáticamente te hace sentirte mejor… Que da igual que haga un año que no la veas, que sabes que con esa persona las cosas son mucho más sencillas. Esa sencillez en las relaciones humanas que tanto ansiamos. ¿El amor a quién? Bueno, el amor a uno mismo. Eso es la autoestima. Quererse de forma sana. No quererse en exceso, que ahí entramos en el narcisismo, ni quererse poco, que entren los cuadros de inseguridad tan destructivos para la mente humana. Y eso tiene mucho que ver con la voz interior. Todos nosotros tenemos una voz interior que determina cómo va a ser nuestra autoestima y cómo nos vamos a tratar (voz que está y es alimentada por nuestras relaciones y biografía). Lo segundo es el amor de pares. El amor de pares llámese pareja o amistad íntima nos hace ser valientes. Ya lo decía Platón: “No existe nadie tan cobarde al que el amor no transforme en alguien valiente”. El amor de pareja o entre amigos que son tribu (para otros será la familia) es impresionante: cuando uno tiene ese amor, cuando uno se siente querido, esa sensación de confianza… Hasta mejora, sabemos hoy en día, el sistema inmune. Tienes mejor salud física y psicológica. El tercero es el amor a los demás: la cooperación, la solidaridad, a tus amigos, incluso a la gente de tu trabajo. Cuando uno está en armonía con las personas de su entorno es capaz de mitigar los efectos que el estrés puede producir en él. Si tú vives ansioso o preocupado por algo, un tema económico, pero te sientes querido, el estrés que eso te produce es mucho menor. Luego tenemos el amor a las creencias y a los ideales. “Las ideas se tienen, en las creencias se está”, decía Ortega y Gasset. Cuando crees en algo y amas tus creencias, tienes fuerza, tienes fortaleza y superas casi todo. Y, finalmente, el amor a los recuerdos. Yo creo que, quizá, de todos los amores es el que me parece más diferente y por eso siempre me encanta hablar de él. Hace unos años, Susumu Tonegawa, Premio Nobel de Medicina, descubrió que cuando una persona recuerda algo con intensidad, el recuerdo de esa imagen, que es placentera, activa los mismos mecanismos en el cerebro que cuando esto sucedía en la realidad. Esto es mágico. Cuando uno está angustiado… Para esto hay muchas técnicas de relajación. Cuando uno trabaja con MDR o con técnicas que ayudan a mejorar los estados de angustia, el traer a la mente imágenes placenteras, recuerdos de personas donde había amor, donde te sentías querido, donde te sentías agradecido, de repente produce efectos bioquímicos en el propio organismo. Por lo tanto, ese amor, cuando inunda nuestra mente, nuestro organismo, nos ayuda también a ser mejores con los demás, a convertirnos en personas que no juzgamos, que empatizamos, que somos cariñosos, que buscamos intereses comunes… Yo soy muy de decirle a la gente que busque intereses comunes con los demás, que pregunte a los demás cómo se siente y, cuando le ha preguntado cómo se siente, que recuerde esos datos, porque sentirnos escuchados y reconocidos desde lo cotidiano que nos hace vulnerables y a la vez valientes es tremendo, una curiosidad sana por supuesto, que se oriente a descubrir a esa persona ahí al frente con aparente rigidez o felicidad delante de mí en posición de jefe, paciente o familiar, está a su vez lidiando con una situación en casa o un síntoma en su cuerpo... Hoy en día vamos tan acelerados con nuestras preocupaciones y nuestros pensamientos que nos cuesta prestar atención a las preocupaciones de los demás. Por lo tanto, el amor, efectivamente, Yo creo que todos lo sabemos, pero el amor es uno de los mejores antídotos a los momentos malos. Recuerda entonces: "Cuando una persona recuerda algo con intensidad, el recuerdo de esa imagen, que es placentera, activa los mismos mecanismos en el cerebro que cuando sucede en la realidad". En este punto recuerdo algo en lo que ando trabajando últimamente, y es dejar de manera clara y en lenguaje claro, cómo es que afectan las emociones y los pensamientos al organismo y, por otro lado, qué nos sucede cuando nos preocupamos por algo constantemente; y de esto, te hablaré en el próximo episodio del Psicopodcast: Aprende de tu sentir. Recuerda escuchar nuestro contenido en nuestro Podcast AQUÍ. Psicoprograma Emociónate En este psicoprograma de edición especial exclusiva para 2022, hablaremos sobre todo lo que tienes que saber con relación a manejo y expresión del trauma emocional, las heridas de la infancia, los procesos de autocuidado, los síntoma psicocorporales, apoyo migratorio y otras sorpresas. El cupo es limitado. TE ESPERAMOS. Carolina Leguizamón M. Psicoterapeuta