Las personas que llegan a mi consulta individual y, recientemente, las participantes del actual Psicoprograma Deja ir la Ansiedad, me han traído preguntas alrededor del manejo del dolor físico ya sea para ellas o alguna de las personas con quien conviven. Mañana tendré un Live por mi cuenta de Instagram sobre este tema, con un colega experto en el trabajo psicológico con personas que conviven con enfermedades crónicas.
El dolor no es una experiencia psicomágica ni mucho menos algo "opcional o que se pase enfocándonos en lo positivo". Es crucial entender que el dolor es una experiencia neuroquímica, fisiológica y con el componente de vivencia emocional y psicosocial.
En un sentido evolutivo, el dolor es extremadamente útil, porque su función principal es alertarnos del daño que se está produciendo en alguna parte del cuerpo, como una quemadura en la piel o una infección en la garganta. Este dolor va a desencadenar de inmediato respuestas que intentan abortarlo. Además de provocar una respuesta inmediata, el dolor también desencadena el inicio de conductas conscientes que lo mitiguen: Entonces, ya no sólo retiramos la mano del fuego, sino que también hacemos algo para aliviar el daño causado.
Aunque pueda resultar sorprendente, vivir sin dolor es peligroso. Hay casos excepcionales de individuos con mutaciones genéticas que los hacen completamente insensibles al dolor. Lejos de tener una existencia plácida, estas personas visitan con frecuencia los servicios de urgencias. Su insensibilidad a la temperatura y a los golpes los aboca irremediablemente a situaciones de riesgo, sufriendo importantes lesiones en los quehaceres cotidianos, como amputaciones de los dedos o graves quemaduras.
Es posible decir entonces que el dolor es útil pues nos alerta del daño que se está produciendo en alguna parte del cuerpo.
El dolor (en el sentido más físico) que uno experimenta depende de la interpretación que el cerebro haga de las señales que el cuerpo le envíe, y esa interpretación se realiza en zonas del cerebro (corteza prefrontal ventromedial, núcleo accumbens e hipocampo) tradicionalmente no asociadas con el dolor. Se trata de las áreas cerebrales que determinan el significado de experiencias y sensaciones, dolorosas o no.
El cerebro procesa las señales de dolor procedentes de otras partes del organismo, pero el cerebro humano NO PUEDE sentir dolor, no dispone de nervios capaces de registrarlo. Las terminaciones nerviosas generalmente se encuentran por ejemplo en la piel.
El daño de los tejidos (por ejemplo, en la piel o el causado en los órganos internos por presencia de bacterias o infecciones) activa unos sensores moleculares especializados, situados de forma estratégica en terminaciones nerviosas microscópicas que recubren la piel y las vísceras, como el corazón. Estos sensores discriminan entre las señales débiles, inocuas, y las señales de daño. Una vez activados, los sensores del dolor generan señales eléctricas que se propagan rápidamente a lo largo de nervios formados por miles de finas fibras nerviosas, hasta llegar a la médula espinal donde se conectan con otras neuronas. Desde aquí, la señal se reparte hacia muchas áreas del cerebro, donde se procesa la información y se evalúa la mejor respuesta.
El problema llega cuando la experiencia del dolor se prolonga y la persona convive de manera casi cotidiana con el dolor, como ocurre en la artritis o durante una hernia discal. Este dolor continuo puede producir modificaciones permanentes en los circuitos cerebrales que lo gestionan. Nuestro cerebro queda atrapado en una especie de mándala patológico, en el que los estímulos dolorosos generan de forma recurrente una sensación aumentada de dolor, que puede llegar a hacerse insoportable. Este dolor crónico debe ser tratado con un equipo profesional e integral en el que se integre la mente, el cuerpo y las emociones y se exploren las condiciones de vida psicosocial y sociocultural que pueden ayudar a mitigar el dolor.
❤️Si alguien está viviendo en dolor a tu alrededor, POR FAVOR EVITA:
Decirle que todo va a mejorar rápido
Pedirle que se enfoque en lo positivo de la vida
Decirle que el tiempo lo cura todo
Sugerirle que puede estar exagerando
Compararle con la experiencia de otra persona
Juzgar negativamente su aspecto
Imponerle ideas o herramientas
Abrumarle con llamadas, mensajes o recomendaciones descontextualizadas
❤️Si alguien está viviendo en dolor, POR FAVOR INTENTA ayudarle a:
Desarrollar herramientas psicocorporales de gestión del dolor
Entender cómo activar zonas del sistema nervioso encargadas de la relajación
No forzar a la mente a llenarse de argumentos
Validar la experiencia personal de la vivencia del dolor
Buscar espacios en los que el dolor se humanice y se pueda hablar de él sin juicio ni crítica o comparación.
Recurrir a ayuda profesional, humana y especializada
❤️¿Has vivido dolores crónicos en tu vida? 🦋¿Cómo los has transitado?
Cuéntame....
Mañana tendré un Live por mi cuenta de Instagram sobre este tema, con un colega experto en el trabajo psicológico con personas que conviven con enfermedades crónicas.
Te abrazo y te espero en nuestros Psicoprogramas,
Carolina Leguizamón M.
Psicoterapeuta
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